jueves, 22 de octubre de 2015

Etapa Monarquía Unida
1200 al 931 A.C.



  • Dios se manifiesta como el protector del pueblo,  no duerme el guardián de Israel y para ello suscita a los Jueces,  líderes que restablecían el derecho y el orden en una época convulsionada, quienes ayudan al pueblo a liberarse de los filisteos, y les acompaña en sus luchas y les perdona sus faltas. Desde los Jueces: Otniel, Ehúd, Barac y Dbora, Gedeón, Jefté y Sansón... hasta la Monarquía; Saúl, David y Salomón.
  • Durante casi dos siglos se darán las luchas contra los Filisteos, quienes rechazados por Ramsés III se establecieron en la costa Palestinense. 
  • Precisamente hacia el 1040 aparece Samuel, quien era sacerdote de Siló, es llamado por Dios para ser profeta y último Juez de Israel…  y  el pueblo pide un  Rey que los unifique, los defienda de sus enemigos como lo tenían lo pueblos vecinos, comienza así la Monarquía con Saúl quién vence a los amonitas y Filisteos, sin embargo Saúl entra en rivalidad con su  súbdito David, al final los filisteos derrotan a Saúl.
  • El momento más esplendoroso de esta etapa se vivirá con el Rey David, que vence al gigante, a una fuerza muy grande, y se alza como un hombre conforme al corazón de Dios, toma a Jerusalén como capital y lleva ahí el arca, convirtiéndola en la ciudad sagrada y centro religioso del país.
  • Natán anunciará a David su descendencia mesiánica de donde vendrá Jesús. David pecará públicamente y la monarquía iniciará así su descenso y con Salomón quien dará comienzo a la construcción del Templo, será él mismo que  se aleje de la Alianza, dando culto a otros dioses.
  • A la muerte de Salomón se dividió el reino en dos: el Norte con su capital Samaria y el sur, con su capital Jerusalén. El reino del norte tendrá contacto con otros pueblos y les será difícil mantenerse fieles a la Alianza.
  • Jeroboán dirige el reino del Norte con 10 tribus, y Roboán el reino del Sur con dos.
Consideraciones para la comunidad que nos lee

Ciertamente en nuestros pueblos Latinoamericanos hoy por hoy, las monarquías al estilo antiguo parecen ser cosa del pasado colonizador, aunque nuevos imperios emergen con sus chequeras capaces de dominar el mercado, naciones completas, hasta comprar las guerras que a ellos les brinden los mejores resultados bursátiles, sin embargo todos estos despropósitos siempre encuentran su origen en la complejidad del corazón humano. 

Así mismo, en nuestros tiempos confusos en que los jueces de nuestros pueblos parecen perder el sentido de justicia, olvidando el poder que se les ha confiado como servicio,  a tenor de la corrupción, hasta olvidar la memoria cultural, religiosa y social con sus principios y sus "no negociables" que dieron consistencia a nuestros fundamentos sociales y espirituales, se experimenta quebrada la unidad y con ello la identidad de nuestras naciones.

Aparece una certeza en medio del ser dividido y fragmentado que constituye el hombre de todas las épocas, es la fidelidad y la consistencia del amor de Alianza que Dios le prodiga. En los gozos y esperanzas, en las angustias y las tristezas al avanzar nuestra historia, Dios aguarda de un pueblo terco y caprichoso, siempre una mejor respuesta.

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